Frank Escandell

Universidades y la Educación Tóxica

La extensión, la tutoría y el apoyo comunitario son cruciales para fomentar un ambiente académico positivo. Sin embargo, algunos académicos establecidos restan importancia a su importancia y se centran únicamente en publicar artículos y conseguir subvenciones. Entonces, ¿quién tiene razón? ¿Importan realmente las actividades comunitarias más amplias?
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Presentar una visión tan estrecha de la academia es desalentador, pero debemos ser realistas. La academia o mundo de la educación superior, es de donde se nutre la alta innovación tecnológica y científica. El objetivo de la investigación como campo es promover el conocimiento y compartir los hallazgos con la comunidad en general. Cuando el trabajo académico se financia con fondos públicos la investigación se comparte lo más ampliamente posible. Educar, inspirar, colaborar con colegas y servir a la sociedad suelen ser las hermosas palabras con las que se jactan - sinceramente - muchos en este campo, pero uno donde hay muy poca o ninguna concreción.


La tutoría es un componente vital de la vida académica; ésta desempeña un papel fundamental en la configuración de las carreras de los jóvenes investigadores, brindándoles orientación, apoyo y un camino para el crecimiento. También amplifica el impacto del supervisor: estás capacitando a los futuros formadores, creando un legado que supera con creces cualquier trabajo de investigación. Ignorar este aspecto contribuye a crear un ambiente tóxico y, en última instancia, obstaculiza la reputación y el progreso por el que se esfuerzan los académicos.¿Sería un business angel un buen tutor para estos prometedores jóvenes?


Invertir en extensión, tutoría y comunidad no es sólo algo bueno. Es deseable, se mire como se mire. Es parte integral de un ecosistema académico saludable. Al fomentar la comunicación abierta, las relaciones de colaboración y una atmósfera de apoyo, el mundo académico puede prosperar de maneras que beneficien a todos, desde los investigadores hasta la comunidad en general. El éxito académico no debe medirse únicamente por los trabajos y las becas; también debe medirse por el impacto positivo en los estudiantes, los colegas y la sociedad en general. ¿Y esto último cómo se debe concretar? ¿Cómo si no a través de la fuerzas del mercado es que la academia puede llegar al público en general?


Corre, estudiante, corre.

¿Por qué debería importar? Si el objetivo es publicar artículos en revistas reconocidas y obtener subvenciones, ¿para qué molestarse?. Todo lo demás sería secundario. Si todavía el objetivo de muchos estudiantes, por ejemplo en España, es aprobar una oposición para tener un trabajo fijo (y estático) el resto de su vida terrena, ¿para qué molestarse? Esto es, si alguna vez logra ganar y obtener el puesto.


Hay quienes hemos presenciado esta estrecha y firme perspectiva en el mundo académico. Es un entorno tóxico, propiamente dicho, donde el confort y la titutilitis se han instalado. Imaginad que sois invitados a la creación del primer informe D.A.F.O. para el sector biosanitario de una comunidad autónoma en España; de los 35 invitados a participar, sólo dos proveníamos del mundo de la empresa privada y la innovación tecnológica. Durante la presentación, proponer para los cuadrantes de Debilidades y Amenazas temas como "ausencia de un ecosistema inversor", "carencia de aceleración de startups" o "impulso a cátedras empresa internacionales" era 'hablar swahili', donde se 'hablaba japonés'.


Es cierto que, a empujones, la cultura está cambiando, con genuinos esfuerzos en algunos países para crear ambientes académicos más saludables. Desafortunadamente, estos cambios son desiguales y algunos sistemas académicos están muy rezagados; esto es, que la desigualdad en este sentido suele ocurrir porque el estatus quo se defiende de la innovación, y del riesgo que conlleva.


Show Me The Money

Sí, la divulgación y la tutoría son cruciales. Instituciones privadas como la European Open Business School y la Blackwell Global University pueden enseñar mucho a través de sus carreras, porque el mundo de los negocios - del que tanto podría aprender al encorsetada academia - tiene que ver con la responsabilidad de los nuevos líderes. Esto sí es preocuparse también por los demás. 


Más allá de la retóricas vacías sobre el cambio cultural, los inversores son las personas que realmente pueden impulsar el cambio. ya lo hicieron en su día, en lo que hoy llamamos Silicon Valley; esa no es ninguna broma. 


También debemos hacer justicia a instituciones públicas por su gran mérito. Desde hace un tiempo, el Consejo Europeo de Investigación (ERC) ha estado liderando la lucha por un cambio positivo. Al evaluar las propuestas, el ERC considera no sólo el proyecto de investigación en sí, sino que también tiene en cuenta el historial del investigador principal (IP).


Los criterios para evaluar al IP se centran en realizar investigaciones innovadoras, pensamiento creativo y experiencia científica, lo cual es bastante justo. Pero aquí está la mejor parte: el ERC también hace esta pregunta increíblemente relevante: "¿Hasta qué punto el IP ha demostrado un liderazgo sólido en la formación y el avance de jóvenes científicos?" Eso es promover verdadero mérito y una racional inclusión.


El Programa de Trabajo 2023 del ERC dirige a los panelistas y revisores a evaluar a los solicitantes en función de su historial en la formación y tutoría de jóvenes científicos. ¿No es fantástico que exista un claro incentivo para que los científicos cultiven un entorno positivo para la próxima generación? Las becas del ERC son algunas de las más prestigiosas y sustanciales de Europa y tienen mucho peso en la comunidad académica. Hay instituciones públicas que han aprendido de las privadas, y eso es muy positivo.