En este artículo, continuamos reflotando la sabiduría de los antiguos para el beneficio de los modernos, tal como lo hicimos con el artículo Platón, El Experto en Marketing Educativo. La intención aquí es ser todo lo pragmáticos posible sin entrar en discusiones propias de graduados en filosofía. Estos son algunos de los filósofos griegos de quienes los emprendedores pueden aprender mucho.
La ignorancia es el peor de todos los engaños.
El autoengaño va directamente en detrimento de los fundadores de una startup. Una de las claves cuando se empieza a emprender es validar las propias ideas antes de invertir recursos en materializarlas en negocio.
Conquistarse a sí mismo es la primera más noble de todas las victorias.
Uno de los mayores obstáculos a tu propio éxito como fundador de startup o como emprendedor es tu propio carácter. Antes de impulsar e intentar inspirar a otros, encuentra la fortaleza para empujarte a ti mismo, que perfectamente sabes que deben hacerse, a pesar de que se encuentre fuera de tu zona de confort; desconfiar de tu zona de confort es una gran victoria.
Somos lo que repetidamente hacemos. La excelencia, entonces, no es un acto, es un hábito.
El éxito no es el resultado de ocasionales erupciones de inspiración y de pasión. Mucho menos es el resultado de lo que coloquialmente se llama "pelotazo". Se trata de la excelencia en la propia rutina, del principio al inicio del día.
El éxito a largo plazo se consigue mediante el aprendizaje continuo, el refinamiento de las habilidades y asumir una mentalidad de crecimiento. Pregúntate a ti mismo: ¿tu día promedio te llevaría a triunfar si lo repitieras indefinidamente?
Nunca lograrás nada en este mundo sin coraje. Es la más grande cualidad de la mente junto con el honor.
Atreverse a triunfar es sinónimo de aceptar que podrías fracasar y que soportarías tales consecencias. Se requiere del coraje de encarar diariamente las incertidumbres de la vida como emprendedor.
La excelencia moral llega como resultado del hábito. Nos volvemos justos sólo realizando actos de justicia, temperados por actos de templanza, valientes por actos de valentía.
Esta frase, aunque se refiere a la construcción y refinamiento del carácter, trata también de adquirir habilidades. Uno aprende haciendo.
El carácter es el destino
Esta frase es anterior a casi todos los filósofos, especialmente porque Heráclito fue parte del Imperio Aqueménide. Esta simple y profunda frase dice que para tener éxito, necesitas convertirte en una persona capaz de tener éxito. Sin más.
No hay nada permanente excepto el cambio
Esta frase es motivo de celebración porque como emprendedor, el ambiente normal es el del cambio y la volatilidad, desde el cual maniobrar y superar a los competidores en el mercado. Sin cambio, no habría startups. La innovación es esencial porque es así como se lidia exitósamente con los cambios considerables en el mundo.
Grandes resultados exigen grandes ambiciones
Por último y no por menos importante, la ambición. Quien predica contra la ambición es porque no puede conseguir nada por sí mismo. El emprendedor debe sentirse cómodo al pensar en escalabilidad. El éxito comienza con la validación a pequeña escala de la solución que tu startup propone, y que naturalmente debe escalar hacia un mercado mayor.
La manera de ganarse una buena reputación es atreverse a ser lo que aparentas ser.
Los proyectos van y vienen. Es crucial construirse una buena reputación como profesionales competentes e íntegros para el éxito. El mundo startup no es diferente en este sentido. No vendas tu integridad por ganancias a corto plazo. Una startup gana siendo capaz de jugar durante todo el tiempo posible, y es por esto que el apoyo del equipo es vital.
Una vida sin examen no es digna de vivirse
Finalmente, es más que recomendado detenerse periódicamente a revisar el trazado de nuestro compás y evaluar si se está en el camino correcto, tanto personal como profesionalmente. Asegúrate de que estás construyendo una empresa por las razones correctas y eso se nota, si además del arduo trabajo, disfrutas también del viaje. Como lo planteó SImon Sinek: "Siempre comienza con el porqué".