El uso ético de la IA y cómo ejercerse y desplegarse está aún en pañales, pese a que expertos de diversos campos están lidiando con múltiples y hasta contradictorios enfoques regulatorios y de gobernanza que empresas del sector privado y naciones de todo el mundo están utilizando. ¿Qué ética debería aplicarse al nuevo mundo de la IA y qué barreras de seguridad se necesitan?
Jensen Huang, CEO de Nvidia, reclama que los chips de su empresa han multiplicado por mil su poder computacional en sólo 8 años. Esa cifra de crecimiento y complejidad es simplemente alucinante.
La Inteligencia Artificial (IA) continúa transformando los negocios de todo tipo y sector. Su contribución a la economía global, se estima en unos 15 billones de euros para el año 2030, según un estudio publicado por PwC. Con su rápido avance, las empresas deben aprender a usar herramientas para trabajar de manera más ágil, más rápida y mejor.
Tecnología, en su sentido más simple y técnico, es lo que ha capacitado a la especie humana para extraer materia prima, talar bosques, pescar en los mares, sembrar para comer más allá de lo sostenible. Esto nos lleva entonces a la palabra sostenibilidad, que tanto escuchamos, leemos y pregonamos hoy en día.
Llevamos unos años leyendo, hablando y observando todo lo relacionado con la Industria 4.0, un concepto creado a tiempo por Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial. Uno no debe autodenominarse 'experto' sobre un proceso transformativo que todavía está en estado embrionario.
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                    Earl Nightingale había construido toda una industria en su propia búsqueda sobre la naturaleza humana. Fue todo un "evangelizador", pitchman y hasta casi filósofo, cuya visión comercial iba mucho más allá de la experiencia de sus penurias en la época de la Gran Depresión.